Por otro lado, los vendedores que sí tuvieron éxito, por ser grandes precavidos, fueron los que ofrecían pilotines y paraguas.
En la noche del 7 de diciembre parecía que las lluvias se alejarían de la capital cordillerana; sin embargo, cerca de las 21.00, se hicieron sentir, dispersando a los peregrinos en busca de refugios.
“¡Pilotines dos por G. 5.000, lleve dos y pague uno!”, era el pregón masivo de los que ofrecían utensilios para protegerse de la lluvia. Estos aparecieron justo en el momento más imprescindible.
Los puestos comerciales instalados en las veredas tuvieron que desmantelar sus tiendas tras ser avasallados por el raudal y las basuras.
Los hospedajes también tuvieron éxito al lograr la totalidad de ocupación, pero dejando pendiente una gran demanda de varios peregrinos que buscaban de manera desesperada un habitación para no pasar la noche en las calles o plazas expuestos a la tormenta.
Pasado por agua. En la mañana de ayer, las romerías no tuvieron éxito, luego de la intensa lluvia que alejó a los visitantes de la Villa Serrana una vez culminada la misa.
Los arroyos y balnearios, por su parte, quedaron en el olvido por esta vez.