Vergonzosamente real, la noticia parecía solo una broma de mal gusto. Los estudiantes eligieron como padrino de los egresados de la promoción 2022 de la carrera de Ciencias Políticas, dependiente de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Asunción (UNA), precisamente a una persona que este año fue designada como significativamente corrupta.
Integrante del Consejo de la Magistratura, Jorge Bogarín Alfonso había sido designado en marzo como significativamente corrupto, junto con el ex director de la Dinac, Édgar Melgarejo, y el funcionario judicial Vicente Ferreira. Esta designación, tras mucha presión, obligó a que Bogarín Alfonso se apartara del Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados (JEM), del que formaba parte como representante del Consejo de la Magistratura.
En el mes de mayo, la Cámara de Diputados, con su mayoría cartista, lo salvó del juicio político que había sido promovido por la oposición, por mal desempeño de funciones. El libelo acusatorio de Diputados mencionaba entre las causales un caso que estaba relacionado con un presunto abuso sexual en niños que estuvo a cargo del ex fiscal de San Pedro Jorge Eduardo López Lohman, quien tras haber imputado al sindicado fue destituido de su cargo en el 2021 por el Jurado de Enjuiciamiento, precisamente con el voto de Bogarín Alfonso. El grave hecho quedó impune.
El abogado tampoco se excusó de intervenir en un concurso de la Corte Suprema en el que uno de los postulantes era amigo suyo, demostrando con esto falta de decoro y honestidad.
Meses después, la Contraloría General de la República presentó una denuncia ante la Fiscalía contra Jorge Bogarín y su esposa, por inconsistencias encontradas en sus declaraciones juradas.
Con el nuevo Gobierno continuó con su protagonismo, cuando el Consejo de Administración del Instituto de Previsión Social nombró a José Antonio González Maldonado, alias José’i, como director jurídico de la institución. Jose’ i es hermano de Marco Aurelio González Maldonado, quien había asumido como nuevo procurador general de la República; los hermanos González Maldonado trabajaron de cerca en la campaña para que Bogarín ingrese al Consejo de la Magistratura.
Como sabemos, el rol de padrino de una promoción es un gesto para honrar a una persona, pues se la considera un ejemplo digno de imitar. Desde esta perspectiva se debe admitir que la elección que realizaron los egresados de la UNA resulta no solo decepcionante, sino particularmente preocupante.
Nuestro país necesita con urgencia que las mejores mentes y los mejores talentos pongan todo su empeño y su compromiso para que podamos superar precisamente los graves problemas que nos aquejan. Llamativamente el tema de la administración de la Justicia es uno de los más sensibles, por eso decepciona que jóvenes profesionales se miren en el espejo del ejemplo del abogado Bogarín. Y, aunque suene trillado, lamentablemente hoy más que nunca la letra del conocido tango Cambalache es oportuna: “¡Qué falta de respeto, qué atropello a la razón!”.
Tampoco se puede pasar por alto el aspecto referente a que estos son egresados de una universidad pública, financiada con esfuerzo del pueblo paraguayo, que con sacrificio paga sus impuestos. Es, por lo tanto, inadmisible esta muestra de indiferencia, por un lado, y, por el otro, la total falta de respeto hacia toda la ciudadanía, pues el mensaje ha sonado alto y claro cuando eligieron como padrino de promoción a una persona que sobrevivió a un pedido de juicio político gracias a sus correligionarios, y que está señalado por el Gobierno norteamericano como significativamente corrupto.