Víctor Pecci es el deportista paraguayo más universal. Haber llegado a la final del Roland Garros en 1979 fue una hazaña fuera de contexto para el deporte nacional, porque el tenis era practicado solo por una minoría en el país. Gracias a él, el nombre de Paraguay se hizo conocido en el mundo y el deporte blanco se volvió más popular en el país. A partir de entonces crecieron las esperanzas de que otros compatriotas emularan a Víctor en tenis y otras disciplinas.
Sin embargo, todavía son pocos los connacionales exitosos en el mundo, y al de Pecci habría que agregar los nombres de José Luis Chilavert y Carlos Franco. ¿Qué hace falta para que nuestro país produzca más deportistas de éxito? Víctor nos da su análisis y de paso recordamos a los paraguayos que subieron al podio.
Te destacaste en el tenis, un deporte elitista y con poca tradición en Paraguay en ese momento…
Cuando empecé (a mediados de los 60) era elitista. Solo había cuatro clubes. En el interior del país prácticamente no existía.
¿Por qué elegiste el tenis?
Me gustaba muchísimo el deporte. En el mismo día practicaba tenis, fútbol y natación. Pero me di cuenta de que tenía más facilidad para el tenis y me dediqué a eso. Para mí era muy divertido, no me sentía obligado.
¿Cómo eran tus prácticas cuando empezaste?
Me pasaba horas peloteando contra un frontón. Pero no me formé solo, porque tenía profesores locales y la ayuda de mi padre, que era muy fanático y me llevaba a Rosario, Buenos Aires, Mendoza, Posadas, a los torneos.
No era habitual que un deportista viajara con frecuencia y vos lo hiciste desde muy joven…
Tenía 15 años cuando mi papá me largó para que viajara solo fuera del país. Y a los 17 años ya me fui solo a Europa. A mí me gustaba mucho viajar, disfrutaba de la competencia. Además, si uno compite solo localmente, se va quedando. Tiene que hacerlo internacionalmente.
¿Cómo solventabas tus viajes? ¿Tenías patrocinadores?
Mi papá pagaba todo. En ese momento no había sponsors ni ley del deporte. No había apoyo oficial. La ayuda estatal al deporte es de hace siete, ocho años.
En la cima
Víctor Pecci compitió en una época en la que el recambio generacional en el tenis trajo consigo a jugadores de gran calidad y carisma. Björn Borg, Jimmy Connors, Guillermo Vilas, Manuel Orantes, John McEnroe –y un poco después José Luis Clerc, Ivan Lendl y otros– convirtieron al deporte blanco en un espectáculo de masas, de la mano de la televisión y de los enfrentamientos que eran seguidos en todo el mundo. A todos esos grandes nombres derrotó Pecci.
¿Qué diferencias encontrás entre el momento en el que competías y lo que ocurre hoy con el deporte?
Era otra época, no había tanta información. No existían partidos por televisión. Para mí, salir a competir afuera era todo un mundo nuevo, muy diferente a lo que se vivía acá. Fue un shock muy grande.
Lo que veo es que hoy los deportes que están muy profesionalizados en el mundo tienen mucha difusión a nivel de sponsors y televisión. Son muy competitivos.
Comparando con el tiempo que a mí me tocó, en Paraguay ahora está mucho mejor el apoyo al deporte, pero no es lo suficiente porque tenés que competir con potencias con mucho presupuesto. Se ha mejorado, sin dudas; la Secretaría Nacional de Deportes da fondos, pero en ninguna disciplina ese aporte es suficiente.
Con el apoyo y el entrenamiento que tienen hoy muchos deportistas, ¿creés que podrías haber llegado más lejos?
Lo que me faltó fue un entrenador que viajara conmigo y me acortara los pasos para aprender. En tenis es importante la técnica. Si tus golpes no son correctos, es muy difícil desaprender y aprender de nuevo. Un buen entrenador me hubiese acortado el camino para no equivocarme tantas veces. Pude llegar antes a la final de Roland Garros, con 20 años y no con 23. Es muy importante alguien que te aconseje.
¿Qué tan distantes estamos de los países que invierten en la formación de deportistas?
El poder adquisitivo de esos países es inmensamente superior al de Paraguay. Su competencia interna es muy importante. En Francia, por ejemplo, en tenis, en la categoría menores de 14 hay 5.000 chicos; después de un filtro quedan 500, pero todos competitivos. Acá tenés cinco y con una competencia interna limitada, a esa edad ya se conocen de memoria y no pueden superarse.
¿Quién tiene la responsabilidad mayor? ¿El Estado o las federaciones?
Creo que el Estado tiene que administrar, controlar que el dinero vaya a las mejores federaciones, priorizar objetivos, ver qué es lo que le conviene al deporte. A partir de eso es la federación la que debe desarrollar la disciplina.
El Estado tiene no solamente que fortalecer el deporte de alto rendimiento, que es importante, sino también fortalecer el deporte escolar. Esto es importantísimo, porque al chico de seis, siete años, ya le creás el hábito, y es educación también, porque el deporte te educa y te enseñá a comer bien. Cuando ese chico ya tomó el hábito, de comer bien, no va a llegar a los 40 años con diabetes, presión alta. Estaríamos haciendo un bien no solo a nivel deportivo, sino que estaríamos creando conciencia.
¿Hay en Paraguay talento suficiente como para invertir en la formación de deportistas de élite?
Ahora mismo en tenis hay tres chicos menores de 14 que tienen nivel, muchas ganas y llegaron a una semifinal mundial por equipo. El talento que tiene el paraguayo es increíble. Pero hay que buscar ese talento porque vos no sabés dónde está. Si el tenis llega a 500 personas, a lo mejor entre ellas no está; pero si conseguís que llegue a 5.000 personas, ahí tenés más probabilidad de encontrar el talento.