Desde que fue recluido en Tacumbú hace unos siete años, el poder de Armando Javier Rotela fue creciendo dentro y fuera del penal.
Luego de varios intentos para lograr su traslado y debilitar su red criminal, el líder del clan Rotela fue llevado a otra sede penitenciaria, donde se supone que habrá una mayor seguridad.
Más de 2.000 policías y militares movilizó este lunes el Operativo Veneratio, luego de filtrarse la intervención. Lejos de retroceder ante el motín de los presos, la comitiva interinstitucional conformada por los ministerios del Interior, Defensa, Justicia y la Secretaría Nacional de Inteligencia decidió ingresar a la fuerza a Tacumbú.
El ingreso de las fuerzas de seguridad se ejecutó cinco días después de una importante requisa, en que supuestamente actuó personal de inteligencia en el marco de las preparaciones para la megaoperativo.
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En la madrugada de este lunes, los policías accedieron al penal, donde los guardiacárceles fueron los últimos en recibir información, teniendo en cuenta la proximidad que tienen con los reos y ante los hechos de corrupción que saltaron recientemente como el caso de la cárcel de Ciudad del Este.
En el interior hubo enfrentamientos que terminaron con la muerte de siete presos y un policía del Grupo Lince. Asimismo, resultaron heridas alrededor de 50 personas, entre internos y uniformados.
En las afueras protestaban familiares de reclusos, en su mayoría mujeres que entre llantos y gritos exigían acceder a la zona del penal.
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El objetivo principal era llegar hasta el pabellón D, donde se encontraba el clan Rotela junto con más de 100 presos, que fungían como su primer cordón de seguridad.
La comitiva avanzó portón por portón hasta la zona de Getsemaní, donde Rotela se ocultaba en compañía de una mujer embarazada.
En ese momento ya estaba sin su esquema de seguridad de La Jungla, cuyos miembros habían establecido un perímetro en el techo y en el pabellón central.
Cuando quedó sin protección, intentó negociar su entrega, pero fue reducido por los intervinientes, según relató el jefe de Antisecuestro de la Policía Nacional, Nimio Cardozo, en radio Monumental 1080 AM.
Durante la intervención se incautaron varias armas, desde revólver y fusiles hasta dinamita en gel, así como estupefacientes.
Varios meses de trabajo de inteligencia
En total fueron trasladadas unas 700 personas privadas de libertad, lo que a su vez sirvió para descongestionar el penal, donde estaban alrededor de 2.800 presos, cuando su capacidad prácticamente es la mitad.
De acuerdo con el comisario Nimio Cardozo, hace más de tres meses se venía estudiando el movimiento de los reos, su comportamiento ante las requisas y todo lo que fue el motín de octubre pasado, cuando el clan Rotela tomó de rehenes a funcionarios penitenciarios, incluyendo al director, Adán Jesús González Álvarez.
Una gran cantidad de reos respondían al clan Rotela, ya sea por temor o por simpatizar con el grupo que dominaba Tacumbú, de ahí la necesidad de aislar a su líder, de manera a debilitar su red criminal que se dedica al narcotráfico y asesinatos tanto dentro como fuera de las cárceles.
Frondoso prontuario de Armando Rotela
Armando Javier Rotela Ayala tuvo su primer encuentro con la justicia a los 19 años. Desde joven se dedicó a los asaltos en Tobatí, su ciudad natal. En el 2004 volvió a caer por lesión grave y en el 2008 por robo agravado.
Para el 2007, ya la Policía manejaba la información de la utilización de niños, adolescentes y otras personas para el entonces novedoso sistema de venta al menudeo de droga.
En ese momento ya se había establecido en uno de los bañados de Asunción, donde se ganó el mote del “zar del crac”.
En el 2011 fue detenido en su vivienda y trasladado al penal de Misiones, de donde logró escaparse. Fue recapturado en el 2016 y a partir de entonces fortaleció su organización desde Tacumbú.
El 17 de marzo de 2020 fue condenado a 19 años de prisión más ocho años de medidas de seguridad por posesión y tráfico de drogas.
Aunque en principio se trató de un clan familiar, Rotela fue ganando adeptos, convirtiéndose en una de las facciones criminales más poderosas del país con una fuerte disputa con el Primer Comando Capital.
Un sangriento enfrentamiento entre ambos grupos criminales dejó nueve fallecidos en la cárcel de San Pedro en el 2019.
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Es uno de los casos más recordados porque por primera vez hubo decapitados en cárceles de Paraguay.