Torito, al igual que en los últimos 65 años, estaba sentado en su quiosco de prensa en el centro de Santiago cuando el influyente chileno Felipe Ñancupil, que se dedica a promocionar a pequeños emprendedores, se topó con él y su historia inundó las redes sociales.
“Vengo para acá (al quiosco) andando, como el médico me dijo. Ya no salgo a trotar. Son como 25 minutos todos los días. Me hace bien, ¿no ve cómo estoy?”, dice a EFE Toro con una sonrisa.
La puerta de su puesto de diarios es un homenaje a su vida deportiva y un collage de fotos lo muestra participando hace décadas en diferentes carreras en Chile, Argentina, Perú, Brasil y Uruguay.
“Fui campeón sudamericano tres veces. Siempre los ganaba aquí, en el Estadio Nacional (de Santiago)”, cuenta Toro sobre los tres títulos que ganó en carreras largas pero inferiores a los 42 kilómetros del maratón.
"Éramos pobres”
Toro es uno de los últimos miembros que quedan vivos de los llamados “Los Suplementeros”, aquel grupo de jóvenes que corrían por la capital chilena para vender diarios en la primera mitad del siglo XX y que se convirtieron en atletas.
Su máximo referente es Manuel Plaza (1900), el primer medallista olímpico de Chile, que ganó plata en el maratón en los Juegos de Ámsterdam en 1928.
“En mi casa, éramos 11 hermanos, pobres totalmente, por eso vendíamos diarios”, explica.
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“De los atletas con los que participé, que eran de primera línea, ya no queda ninguno. El único que va quedando soy yo”, cuenta este santiaguino nacido en 1940.
En la puerta de su quiosco, hay una fotografía suya corriendo en Buenos Aires que guarda con especial cariño, ya que fue hecha por la icónica revista deportiva El Gráfico de Argentina.
En el mismo collage, hay una fotografía en blanco y negro, que le despierta emociones agridulces y en la que Toro sale recibiendo un premio. En el pie de foto escrito por él mismo se puede leer: “Primer lugar en clasificatorias. Un cupo para las olimpiadas México 1968. Mi gran desilusión”.
“Hicieron una maratón y el que ganara iría a correr en México. Yo gané, pero no me llevaron. Nunca más tuve otra oportunidad”, recuerda aún apenado.
Los valores del deporte
Además de sus tres victorias sudamericanas, Torito terminó corriendo maratones y ganó cerca de 80.
“Uno se siente orgulloso cuando corre por su país, claro, a veces me resultaba y otras veces no, es así el deporte”, reflexiona.
Como premio de uno de los maratones que ganó, le dieron el quiosco que regenta desde hace seis décadas y, gracias a ello, sus hijos pudieron tener una profesión. “Yo nunca tuve esa oportunidad”, lamenta.
Ninguno de sus hijos logró una carrera deportiva, pero se enorgullece de que uno de ellos jugó al fútbol por un tiempo en el Universidad de Chile, uno de los equipos más populares del país.
Además de su fuente de ingresos, Toro aprendió valores del deporte como la solidaridad y la generosidad.
“Siempre quise ayudar a la gente humilde. Yo ganaba las maratones y regalaba las zapatillas, el buzo, todo”, apunta.
Por eso, “mucha gente viene para acá porque se acuerdan de mí", añade sobre otros corredores que lo visitan y le acercan regalos, muchos de los cuales fueron sus alumnos cuando en una época de su vida también ejerció como entrenador.
Fuente: EFE.