Los políticos condenados por hechos de corrupción no guardan reclusión en cárceles comunes, ni tienen que padecer las condiciones de hacinamiento y otras problemáticas que se viven en las penitenciarías civiles.
Actualmente, las celdas de la prisión militar de Viñas Cué son ocupadas por el político liberal Enzo Cardozo, ex ministro de Agricultura y Ganadería, que cumple una condena de 10 años por desvío de G. 68.000 millones.
Cardozo fue llevado en marzo de este año a la cárcel militar, hecho que fue considerado como privilegio para el político.
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El viceministro de Política Criminal, Rodrigo Nicora, confirmó este miércoles que el político colorado Óscar Venancio Ñoño Núñez fue trasladado al penal militar la semana pasada.
El hermano del senador oficialista Basilio Bachi Núñez debe cumplir una condena de 11 años de prisión por lesión de confianza.
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Otros de los políticos que guardaron reclusión en la cárcel militar fueron el ex diputado Ulises Quintana, Javier Díaz Verón, ex fiscal general del Estado, entre otros.
Los pedidos de Tío Rico
Según explicó Rodrigo Nicora, la estadía en Viñas Cué más que un privilegio es un “castigo” ya que en ese sitio no se puede acceder a “los beneficios que tienen los vicios del sistema”, debido al control de los militares.
Uno de los que cumplen prisión en medio de restricciones es Miguel Ángel Insfrán, alias Tío Rico, procesado por narcotráfico y lavado de dinero, que está recluido en la cárcel militar por orden de la jueza Rosarito Montanía.
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Fuentes penitenciarias confirmaron a ÚH que el líder del clan Insfrán solicitó que se le provea de un televisor, un horno microondas, un aire acondicionado, entre otros electrodomésticos que le fueron negados por la jueza Montanía.