La investigación, desarrollada por científicos de Estados Unidos, demostró que las variaciones se han estancado y podrían, incluso, ser revertidas debido al llamado Protocolo de Montreal de 1987 que limitó el uso de sustancias que dañan la capa de ozono.
“Este estudio se suma a la creciente evidencia que muestra la profunda efectividad del Protocolo de Montreal”, subrayó la profesora de la Universidad de Colorado (Estados Unidos) Antara Banerjee, investigadora que trabaja en la división de Ciencias Químicas de la Administración Atmosférica Oceánica Nacional (NOAA).
Según la experta, principal responsable del análisis, el Tratado “no solo estimuló la curación de la capa de ozono, también se estimuló los recientes cambios observados en los patrones de circulación aéreos del Hemisferio Sur”.
La disminución de ozono (adelgazamiento de la capa de este gas) habían reforzado los vientos del vórtice polar y afectado a los que descienden hasta la capa más baja de la atmósfera terrestre.
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Hasta ahora, se habían vinculado las pautas de circulación a cambios climáticos en el Hemisferio Sur, especialmente a la caída de la lluvia en Sudamérica, en el este de África y en Australia, y a variaciones producidas en corrientes oceánicas y en la salinidad.
Con la entrada en vigor del Protocolo de Montreal, que limita el uso de sustancias destructoras del ozono, como los gases clorofluorocarbonos (CFC) –utilizados en equipos de refrigeración, entre otros usos–, la capa de ozono empezó a recuperarse a principios del año 2000, una vez que las concentraciones de esos componentes químicos en la estratósfera comenzaron a declinar.
Con esta investigación, Banerjee y el resto de autores mostraron que aproximadamente durante ese año, la circulación del Hemisferio Sur también dejó de expandirse hacia el Polo, lo que supuso una pausa o un ligero giro de las tendencias anteriores.
“Este estudio ha demostrado nuestra hipótesis de que la recuperación del ozono está, de hecho, impulsando estos cambios en la circulación atmosférica y no es simplemente una coincidencia”, apuntó Banerjee.
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Los investigadores emplearon una técnica estadística denominada “detección y atribución” y con ella, estudiaron si ciertas pautas observadas en los cambios de viento se debían a la variabilidad natural o si podían atribuirse a factores causados por la actividad humana.
Primero determinaron que la pausa en las pautas de circulación atmosférica que habían observado no podía explicarse solamente por cambios naturales en los vientos. A continuación, aislaron los efectos del ozono y los gases invernaderos por separado y probaron que solo los cambios detectados en el ozono podían explicar la pausa en las tendencias de circulación.
“Esto lo denominamos ‘pausa’, porque las tendencias de circulación hacia el Polo podrían continuar, quedarse estancadas, o revertirse”, según Banerjee, para quien “la guerra entre los efectos opuestos de la recuperación de ozono y el aumento de los gases de efecto invernadero son los que determinarán las futuras tendencias”