La comunidad Hugua Po’i del pueblo Mbya Guaraní, en el distrito Raúl Arsenio Oviedo, en Caaguazú, vivía en el lugar desde hace casi tres años, allí están enterrados sus ancestros, aseguran.
Tenían sembradas unas 60 hectáreas, maíz, maní, poroto, arroz y sandía; también pescaban en un pequeño lago en la zona y tenían gallinas y cerdos. De todo eso nada queda hoy. Los tractores arrasaron con los cultivos, con las casas y hasta quemaron el Opy, templo sagrado, arrastraron a los ancianos y maltrataron a los perros.
El conflicto de tierras de las comunidades Mbya Guaraní de Caaguazú se inició en 1977 con la compra de tierras por parte de la cooperativa Sociedad Civil Tres Palmas, con toda la comunidad indígena adentro, dando inicio a un largo conflicto judicial, señala un informe de la sociedad sobre el cumplimiento del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales.
El conflicto se actualizó hace dos semanas cuando un fuerte contingente policial compuesto por cascos azules y hasta un helicóptero dio cumplimiento a una orden de desalojo, pese a que los nativos aseguran que la zona corresponde a sus tierras ancestrales, ya que ahí está el cementerio de sus ancestros.
Desalojo
“La única autoridad que vino es la que está en contra nuestra”, dice Manuel Ramos, líder de la comunidad Hugua Po’i y padre de tres niños, quien relata la situación de orfandad en la que quedaron las 50 familias después de que fueran desalojadas de sus tierras. Esas familias hallaron cobijo en la comunidad Loma Piro’y. Fotografías y videos mostraron en las redes sociales una fuerza policial desmedida para desalojar a niños y ancianos, quienes quedaron, tras el desalojo, en la calle y bajo la lluvia.
La Constitución Nacional reconoce la existencia de los pueblos indígenas, y admite que son grupos de cultura anteriores a la formación y a la organización del Estado paraguayo, y muy importante: “prohíbe la remoción o el traslado de su hábitat sin el expreso consentimiento de los mismos”. En el caso de la comunidad Mbya de Raúl Arsenio Oviedo en Caaguazú, pese a las garantías que tienen como pueblos indígenas, fueron desalojados, y estarían literalmente viviendo en la calle si no fuera por la solidaridad de otro grupo Mbya que los recibió para compartir lo poco que tienen.
“Es muy difícil la situación que estamos pasando, Ijetu’u, quedamos en la calle, destruyeron lo poco que teníamos; los gringos vinieron y destruyeron nuestra comunidad”, agrega el líder y reconoce que ninguna institución llegó a visitarlos para conocer su situación o darles alguna ayuda.
Derechos.
“Queremos saber por qué el Estado no hace un acompañamiento y no está con nosotros, por qué no ven cómo nuestros derechos son atropellados, porque la única autoridad que viene es para perjudicarnos”.
Manuel Ramos nació en la zona de Raúl Arsenio Oviedo, y afirma que ellos están seguros de que sus abuelos vivían ahí. “Nosotros somos la raíz del Paraguay, esta es nuestra tierra y no nos pueden echar de nuestra tierra, no nos pueden garrotear en nuestra tierra”. Sostiene que Hugua Po’i es una comunidad antigua, en toda esta zona vivieron siempre comunidades, aquí están enterrados nuestros abuelos. Los menonitas vinieron y con sus tractores pasaron por encima del cementerio, no puede quedar esto así nomás”.
En el antiguo conflicto de tierras entre la comunidad Hugua Po’i del pueblo Mbya Guaraní con la firma Tres Palmas ganaron los tractores. En el lugar donde vivió la comunidad por casi tres años solo queda, dos semanas después del violento desalojo, una tierra pelada como una mancha en un mar de soja.