14 nov. 2024

Violencia de género en el Congreso

La diputada Johanna Ortega fue víctima de violencia política y de género en pleno embarazo, pero ningún provida o profamilia salió a defenderla en la última sesión de la Cámara Baja.

Todo empezó cuando su colega Jatar Fernández propuso que los legisladores accedan a una jubilación a través del Instituto de Previsión Social, a lo que Ortega respondió que se trata de una propuesta populista con una fuerte carga sobre los contribuyentes.

A Jatar, quien accedió a una banca por Cruzada Nacional pero en realidad es un aliado del cartismo, no se le ocurrió mejor idea que recurrir a un discurso patriarcal y violento para responder a un debate político, donde los argumentos deberían expresarse con una mínima lucidez.

“Le desafío a la diputada a que se vaya a tener a un hospital público su hijo como yo lo hice”, lanzó a la legisladora. Para empezar… ¿acaso olvidó que quien parió fue su esposa y no él?

Esperemos que la decisión de haber parido en un hospital público al menos haya sido decisión de la esposa y no una imposición del diputado sobre un cuerpo que no le pertenece.

Sus declaraciones se enmarcan en un tipo de violencia basada en el género de la víctima, en este caso, la diputada Johanna Ortega. Aunque ella no dudó en responderle enérgicamente, es un desgaste para la mujer política tener que defenderse, al tiempo de trabajar en la creación de políticas públicas que beneficien a todos y todas.

“Este cuerpo que ven es mío y yo decido dónde voy a parirle a mi hijo o a mi hija”, contestó Johanna. Recordó su propia trayectoria de militancia y sus esfuerzos para mejorar la situación de los médicos y médicas, entendiendo que esto significaría también una mayor calidad en el sistema de salud pública.

Se comparó con su colega hombre, sobre quien pesa denuncias de invasión de propiedad privada para construir una lujosa quinta, usando su poder para amenazar a sus víctimas. De él viene el “desafío” de parir en un hospital público.

Otra verdad que comentó Johanna es el riesgo de que se convierta en una costumbre juzgar la maternidad a las mujeres con cargos electivos.

“¿Ahora qué? Cuando vengan colegas embarazadas después de mí, se les va a empezar a cuestionar su maternidad y qué vamos a hacer nosotras con nuestro hijo”. “Mi cuerpo es mío y no voy a tolerar que nadie venga a intervenir sobre él”, es una frase que despierta la alerta sobre el comportamiento machista en el Congreso e invita a documentar este caso, que no es aislado.

VIOLENCIA EN TIEMPO ELECTORAL. La violencia política se viene arrastrando desde la campaña electoral. Juliana Quintana es una de las autoras del libro Ruido. El régimen de desinformación en las elecciones 2023 de Paraguay. En su investigación revela que un gran caudal de información falsa que circuló en las redes sociales buscaba deslegitimar particularmente a las candidatas mujeres y a personas LGBTTIQ+.

De los 150 discursos de odio recolectados, el 50% fueron además, desinformación de género.

Volviendo al caso de la violencia ejercida por Jatar Fernández, el movimiento Honor Colorado, que se declara “provida y profamilia”, contradictoriamente ni siquiera intentó defender a Johanna, una mujer embarazada. El presidente de la Cámara de Diputados, Raúl Latorre, apenas intervino para pedir disculpas en nombre de Jatar.

Mucho menos los colorados pusieron en debate la necesaria ampliación de la Ley de maternidad para mujeres con cargos electivos, que es un problema que enfrenta actualmente Johanna Ortega, así como intendentas o concejalas de todo el país que decidan tener hijos y que están excluidas del permiso de 18 semanas.

Por ser mujeres y madres, ellas se arriesgan a perder sus puestos ganados por el voto popular ante la mirada indiferente de sus colegas varones.

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Luis Carlos Irala