En esa semana fue la primera vez que los papás de Fernando vieron los videos del asesinato, pero por muy confusas que fueran las imágenes al comienzo, fueron piezas cruciales para que tanto la Fiscalía como la querella puedan ubicar a todos los acusados en la escena del crimen.
Cuando les dieron la oportunidad de hablar, los ocho muchachos repitieron el mismo guion: “nunca tuve la intención de matar a nadie”, “no hubo ningún plan ni nada de lo que se dice”; “perdón a la familia por haber estado en una pelea donde falleció un chico de nuestra edad”, “nunca quise participar de una pelea donde fallezca una persona”.
No hubo intención de asesinarlo, dijeron, pero todos sabemos que un golpe en algún lugar sensible del cuerpo puede acabar con la vida de alguien, y acá lo que vimos no fue solo un golpe, fueron golpes continuos de casi 10 personas contra uno solo.
¿Acaso es tan normal la violencia que tenemos que aceptar peleas de este tipo que acaban con la vida de personas?
Un internauta en las redes sociales expuso que luego de los alegatos en el juicio “queda claro que la violencia tiene muchos roles y muchas caras, pero que todas tienen la misma responsabilidad. Ya nadie se puede desligar de su participación en la gran maquinaria de la violencia”.
La mamá de Fernando, Graciela Sosa, dijo que es muy difícil creer que después de haber matado le tengan que pedir disculpas. “Le destruyeron el cuerpo, le patearon la cabeza sin piedad, mientras mi hijo imploraba levantando su mano”, decía conmocionada la mujer luego de la última jornada de juicio.
Y los casos de violencia no cesan. Recientemente, Silvestre Aguilera, un docente indígena –oriundo de Puerto Pinasco–, todavía muy afectado se atrevió a hablar ante la prensa, contando haber sido víctima de tortura por nada más y nada menos que policías.
Dejó entrever que se trataba de un ataque por odio. “Nosotros a los indios les matamos luego”, contó que le dijeron. Él fue a tramitar su vida y residencia.
Tiene heridas en el rostro, cuello, hombros, rodillas, muñecas. Fue víctima de golpes de puño, patadas y obligado a arrastrarse, según denunció.
Los policías, por su parte, dijeron que el hombre ya llegó así de golpeado y que luego hubo un “forcejeo”, por una mala actitud del docente.
Seguro te acordás también del caso del joven Benjamín Zapag. Fue agredido en la cara por presuntamente un joven que no conocía y quien hoy está procesado. El hecho ocurrió en la madrugada del 6 de noviembre del 2022.
Tras la brutal golpiza, tuvo que ser sometido a una cirugía delicada por una lesión maxilofacial. Su propio abogado dijo que tendría la cara desfigurada si no fuera por la operación.
Realmente, espero que no sigamos viendo casos así. Dejemos de normalizar la violencia y busquemos frenarla.