Una emotiva marcha de la comunidad de Concepción, familiares, compañeros y amigos de la docente Isamar Cabral Aguilar le dio su último adiós y exigió al mismo tiempo justicia para la joven asesinada. El acto sumó emotividad en la jornada previa al Día del Maestro, ya que los docentes suspendieron todas las actividades de celebración previstas.
Miles de ciudadanos concepcioneros, familiares, amigos y otros educadores, marcharon en procesión hasta el Ministerio Público donde pidieron ¡Justicia para Isamar!, y ¡Paz en el Norte! Uno de los colegas de la joven asesinada lamentó la pérdida de la joven y señaló que ella tenía el sueño de salir adelante con trabajo honesto y se le quitó la vida; al igual que otros miles de jóvenes del país que “están sin sueño”.
La joven docente fue encontrada en un baldío, que se encuentra a mitad del trayecto que utilizaba para dirigirse a una de las escuelas donde enseñaba, unas 48 horas después de haber sido denunciada su desaparición.
La agente fiscal Silvia González informó que la causa de muerte de la docente fue la de asfixia, producto de un ahorcamiento, tras el hallazgo de su cuerpo en un baldío ubicado a unos 300 metros de la ruta de la ciudad de Loreto.
Los detalles que van surgiendo respecto de la realidad que vivía la docente aumentan incluso la intensidad de la indignación. Isamar impartía clases en las zonas de Jughuá Po’i y Cañada Lourdes de Concepción, zonas que quedaban bastantes lejanas, por lo cual adquirió un vehículo para desplazarse más cómoda y segura hasta sus lugares de trabajo. La hipótesis inicial que maneja la policía es que el asesinato se habría dado con fines de robo del vehículo de la mujer.
Este puede parecer un suceso más, en una cadena de eventos que sacuden a diario la conciencia de los paraguayos, sin embargo se siente de manera diferente y especial debido a que expone en forma absolutamente incontrovertible la situación de indefensión en que vive el pueblo. En este caso en particular, el sinsentido de una muerte que deja como principal conclusión del escaso valor de una vida.
Los paraguayos y las paraguayas del Norte del país han debido ya aprender a convivir resignados con la violencia del crimen organizado y de la banda criminal EPP; los habitantes de las zonas fronterizas también soportan a diario el peligro de los atentados y los ajustes de cuentas; y ahora también la acción de sicarios se ha extendido a todo el país, somete a toda la población a convivir con el absurdo de una violencia incontenible.
Pero además de convivir con los hechos de violencia, los pobladores también han aprendido a vivir abandonados por un Estado que no solamente está ausente, sino que carece de una hoja de ruta para enfrentar la compleja situación. Las autoridades parecen vivir una realidad paralela a la de los ciudadanos, una en la que no hay inseguridad ni miedo en las calles por los sucesivos episodios de robos, de teléfonos celulares y carteras, así como cotidianos asaltos con trágicas consecuencias.
La realidad de la gente tiene importantes componentes de miedo y temor, incluso de aguardar el transporte público en una parada del microcentro de la capital, o incluso tomar tereré con vecinos en la en la vereda de un barrio.
El mensaje del padre de la joven Isamar expresa precisamente toda la angustia del pueblo paraguayo: “Todos los ciudadanos merecemos que las autoridades nos cuiden; y más estas personas que se mueven por el campo y que enseñan en zonas peligrosas”. Un contundente mensaje para las autoridades del país que les debería motivar para que den respuestas a una muy angustiada sociedad.