El pasado 19 de setiembre las imponentes paredes de la Catedral de Sal de Zipaquirá de Colombia se iluminaron con el color azul de la devoción a Nuestra Señora de los Milagros de Caacupé.
La réplica de la santa patrona fue entronada en ese recinto, considerado como la primera maravilla de Colombia, construida a 180 metros de profundidad, en las minas de Sal de Zipaquirá.
El obispo de Caacupé, Ricardo Valenzuela, fue uno de los invitados para participar de esa celebración y junto a él viajaron un coro de mujeres, representantes de la artesanía paraguaya y de la gastronomía local.
“Fue una fiesta maravillosa”, afirmó el religioso tras finalizar la misa dominical en la Basílica sobre todo lo que vivieron en aquella jornada. En primer lugar resaltó la imponente estructura de la Catedral de Sal.
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Mencionó su historia y cómo se fue realizando la excavación por parte de los mineros hasta formarse grandes túneles por donde se ingresa a su interior. En la profundidad hay una “especie de nave central y hasta ahí fuimos en procesión”, indicó.
Sin dudas, Valenzuela dijo que se vivió un momento muy especial cuando la imagen de la Virgen de Caacupé fue puesta en el lugar para acompañar a otras santas patronas como la Virgen de Guadalupe de México y la Virgen de Luján de Argentina.
“Una vez hecha la entronización daba gusto ver cómo la gente cantaba la música paraguaya”, expresó para destacar la interpretación del coro. Fuera de la catedral se instalaron otros toldos para la artesanía y la gastronomía.
“Fue hermoso porque la gente acudía a comprar y a probar nuestras comidas”, dijo al tiempo de recordar que muchos feligreses colombianos le señalaron sus deseos de conocer el país y cultura. “Qué bella es nuestra patria”, agregó.