Segundos antes de las 12.00 del mediodía sonaron sirenas para avisar que el vito de dinero iba a empezar. Cientos de niños y niñas apretujados se abrían paso con sus manos abiertas en dirección al balcón de la capilla desde donde una veintena de promeseros se disponían a arrojar billetes de G. 2.000, 5.000, 10.000, 20.000 e incluso 50.000 guaraníes.
Se formaron tres grupos de 20 devotos cada uno, pues el piso de la torre es antiguo y quieren evitar algún accidente, según uno de los organizadores de la fiesta popular en honor a la Virgen María cuyo nacimiento se celebra hoy.
A la entrada del templo, al pie de una escalera serpenteante que lleva al campanario, los fieles aguardaban con sus bolsillos inflados por los fajos de dinero que iban a arrojarlos a la multitud de menores y adolescentes para cumplir la promesa a la madre de Jesús.
¿Por qué con plata? Algunos ofrendaban a la santa patrona repartiendo chipa y otras comidas típicas a los presentes que rodeaban el templo. Muchas mujeres, entre ellas ancianas, iban vestidas de galoperas –tradicional vestuario folclórico– para bailar al son de una bandita de músicos en la explanada de la parroquia.
Esta tradicional repartija de dinero nació –hace más de cien años– para agradarle a la Virgen y qué mejor forma que alegrando el día a los niños.
“Esta es una tradición que arrastramos desde mis abuelos y posiblemente ellos en su niñez también disfrutaron de este momento (...) La gente le daba un poquito de plata a los niños que no tenían para la calesita y eso”, explicó Juan de la Cruz Bobadilla Rolón sobre los orígenes de esta festividad.
Con muletas subió la angosta escalera para arrojar un total de G. 200.000 en billetes de G. 2.000; más otros G. 300.000 que le otorgó la cooperativa, donde es socio. “A mí me hace revivir mi niñez y vengo a agradecer a la Virgen que me salvó de morir hace tres años”, indicó don Juan.
Centenario. Los devotos juntan durante todo el año billetes de baja denominación para ofrendarlos luego a la santa protectora de Guarambaré. Pero no todos los agradecidos son de esa ciudad.
El promesero más antiguo de la santa patrona proviene de Villa Elisa. Hace 104 años, cuando tenía siete días de vida a José Domingo Medina le agarró una enfermedad que casi acaba con su vida. “Mamá me encomendó a la Virgen y juró que si me salvaba iba a ir todos los años y me salvó. Desde ese día, todos los años vengo”, dijo al indicar que solo faltó en los años en que estuvo en la Guerra del Chaco.
A los fieles de la Santísima poco les importa la oposición del cura párroco de la iglesia, Marcos Wilk, a que se realice el tradicional vito de dinero. Para el sacerdote este evento “tiene mucho de denigrante”.
“El padre no está de acuerdo, pero a la Virgen le gusta; por eso nunca llueve. Siempre se compone el tiempo en este día”, remató Zully Mora.