Según algunos diccionarios, la falta de ánimo es también una de las definiciones de la palabra angurria.
Cualquier semejanza o parecido con el actuar o comportamiento de las autoridades que gobiernan hoy el país, con una de estas definiciones, no es casualidad, sino la pura realidad que toca vivir cada día, con lo que bien se puede conceptualizar al territorio nacional como “el reino de la angurria”.
Es una verdadera lástima el comportamiento que vienen desarrollando actualmente los representantes del pueblo que ocupan una banca ya sea en el Senado o en Diputados. Con cada decisión que toman solo se evidencia que legislan más para sí mimos, ante que legislar para beneficio de toda la población.
A simple vista, pareciera ser que están más preocupados por solucionar sus propios problemas económicos y laborales, antes que pensar en las leyes que estimulen la creación de empresas, la generación de puestos de trabajo o para generar una ambiente favorable para invitar a inversionistas extranjeros a que se instalen en el país.
Durante el tratamiento del Presupuesto 2025 se evidenció claramente los temas que realmente preocupan a los legisladores: Lograr una aumento de sus ingresos ya sea a través de cupos de combustibles, dietas, gastos de representación o cualquier otro concepto o rubro presupuestario que les permita llevar unas monedas más a sus bolsillos.
En esta reciente experiencia, los parlamentarios hicieron las maniobras necesarias para conseguir una suma cercana a seis millones de guaraníes más, según ellos porque la dieta actual ya no les alcanza para vivir. Con el aumentito, el ingreso mensual de los parlamentarios se aproxima a los 39 millones de guaraníes.
Solo a modo de ejemplo, el autoaumento que se asignaron los legisladores representa más de dos salarios mínimos. En tanto que un trabajador promedio debe sobrevivir con un salario mínimo.
Pero el reino de la angurria se extiende a otro poder del Estado, al Ejecutivo. El actual presidente no se animó siquiera a dudar y menos aún cuestionar la maniobra parlamentaria para el aumento de sus ingresos. Al contrario, mostró complacencia y alabó la gestión parlamentaria en el tratamiento del PGN 2025.
La pelea por el botín presupuestario también se trasladó hasta el Poder Judicial, en donde también hubo reclamos por mayores asignaciones salariales. Evidentemente, el reino de la angurria está muy entendido.
Sin embargo, para los más necesitados de la población, los niños en situación de pobreza, se les ofrece el programa Hambre Cero (HC). Cualquiera que haya ido alguna vez a algún asentamiento o villa sabe de las necesidades que padecen los pobladores y cómo actúan cuando alguna organización les lleva víveres , ropas o medicamentos.
Es una escena muy triste ver como los niños corren para alcanzar un bocado de pan. Hay empujones, peleas, enojos, llantos y nunca faltan los improperios. En el caso de estas poblaciones que viven en situación de pobreza se entiende y se acepta este tipo de comportamientos, pero en el caso de los honorables parlamentarios me parece totalmente injustificado el comportamiento que vienen desarrollando desde sus respectivas bancas.
Pareciera ser que los legisladores ya perdieron el sentido de la vergüenza, la decencia o prudencia. Solo ven sus necesidades y “el fin justifica los medios”, el resto jamás importó.
Lastimosamente, el reino de la angurria se instaló en el país y son las mismas autoridades las que lo defienden.