El premio a Mejor película internacional que recibió es el primero que recibe un largometraje enteramente brasileño. En 1960, el Oscar fue para Orfeu Negro (Orfeo negro), una película basada en una obra de Vinicius de Moraes y con un elenco enteramente brasileño, pero era una cinta francesa dirigida por Marcel Camus.
El Oscar logrado este domingo supuso la consagración de Salles, un director que se caracterizó por tratar con sutileza desde las desigualdades de Brasil hasta la represión del régimen militar del país.
“El cine es un instrumento contra el olvido”, decía en una reciente entrevista con EFE, al hablar de Aún estoy aquí, que narra la historia real de una familia destrozada por la detención y el posterior asesinato del padre a manos de militares durante la dictadura brasileña.
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Nacido en Río de Janeiro hace 68 años en el seno de una de las familias más ricas del país, Salles no parecía destinado al cine.
Como uno de los herederos del fundador de Unibanco, banco que se fusionó con el Itaú para formar la mayor entidad financiera de Latinoamérica, posee una fortuna estimada en USD 4.500 millones, según los datos de la revista Forbes.
Estudió Economía en la universidad, pero enseguida decidió no seguir los pasos de su familia y, en cambio, dedicarse al cine.
Tras comenzar en televisión, su primer título importante fue en 1991 con la película de suspense A grande arte (El arte de amar), a la que siguieron otras como Terra estrangeira (Tierra extranjera, 1995), en la que ya colaboró con la actriz Fernanda Torres, nominada al Oscar por su papel protagonista en Aún estoy aquí.
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Pero el éxito le llegó con Central do Brasil (Estación Central de Brasil, 1998), sobre la singular amistad entre un niño huérfano y analfabeto y una mujer mayor, que recorren juntos un país caracterizado por los extremos.
Aclamado por la crítica, el filme recibió dos nominaciones al Oscar, a mejor película en lengua no inglesa y a mejor actriz, para Fernanda Montenegro, la gran dama del cine brasileño y madre de Fernanda Torres. Se quedó a las puertas en ambos casos.
En aquella época, Salles afirmó en una entrevista al diario Folha de São Paulo que no le interesaba hacer cine “por encargo o para Hollywood” y que seguiría su propio camino.
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Ese camino le llevó a grabar Diarios de motocicleta (2004) sobre la juventud de Ernesto Che Guevara, interpretado por el mexicano Gael García Bernal, y que le dio a conocer al mundo hispanohablante.
Una película que sí se llevo un Oscar, a la mejor canción por Al otro lado del río, composición del uruguayo Jorge Drexler.
Fiel a esa predilección por las pequeñas grandes historias, descartó la elección obvia, hacer una película biográfica sobre el Che guerrillero, y tomó la senda menos trillada para mostrar el despertar de la conciencia social del joven aún desconocido.
Segunda nominación a mejor película internacional
Dos décadas después, ese sello de autor ha alcanzado la cima del reconocimiento con Aún estoy aquí, a la que dedicó siete años de su vida y que él describió en la reciente entrevista con EFE como “una historia sobre la supervivencia de la luz en los momentos más difíciles”.
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La película no pone el foco en el desaparecido, un antiguo político, sino en cómo la familia vive el trauma y cómo se reinventa, toda una oda a la resistencia.
En Brasil, el filme fue un éxito de taquilla, con más de cinco millones de espectadores, y reabrió el debate sobre la necesidad de castigar los crímenes cometidos durante la dictadura y que quedaron impunes por la amnistía aprobada en aquella época.
Aunque aseguraba no esperar nada de su segunda nominación al Oscar a mejor película internacional, Salles reconocía a EFE que la participación en los galardones brindaba a Aún estoy aquí una “vida más amplia” fuera de Brasil.
“El hecho de que haya sido abrazada de una forma bastante universal es para nosotros un regalo increíble”, afirmó.
Fuente: EFE.