No es un mosquito genéticamente modificado, no es un mosquito irradiado. Wolbachia es una bacteria. Esta herramienta biotecnológica se usa para infectar con Wolbachia al mosquito Aedes aegypti. Esta infección impide que el vector transmita las arbovirosis, como dengue, zika, chikungunya y fiebre amarilla, por lo que permite disminuir el contagio de las enfermedades.
La bacteria Wolbachia no enferma a las personas ni a los animales, según Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC). La técnica biotecnológica sirve para controlar la población del Aedes aegypti. Incluso, la bacteria Wolbachia pasa de generación a otra generación en el proceso de la reproducción de los mosquitos, que permite reducir la transmisión de las arbovirosis, según los hallazgos científicos del World Mosquito Program.
La innovación en la lucha contra las arbovirosis podría ser una aliada para Paraguay, que recientemente atravesó una epidemia de chikungunya este año, que causó la muerte de 302 personas. En el caso del dengue se registraron 15 defunciones, según el reporte epidemiológico de la Dirección de Vigilancia de la Salud, del Ministerio de Salud Pública (MSP).
Un total de 116.031 casos de chikungunya fueron confirmados desde el 1 de enero hasta el 16 de setiembre de este año —que corresponde desde la semana 1 hasta la semana 37—, según los datos epidemiológicos del MSP. No se reportan casos positivos de zika.
Los casos del dengue confirmados —según los boletines epidemiológicos oficiales— alcanzaron la cifra de 8.609, números ínfimos con relación a la epidemia más grande que atravesó el país en el 2020 —en plena pandemia— con 62.090 casos confirmados y 75 muertes. En ese entonces, los casos de chikungunya probables fueron solo 4. Zika, ni uno solo.
Las cifras demuestran el impacto en la salud pública de las enfermedades transmitidas por el mosquito Aedes. En el 2018, el dengue afectó a 33.256 personas, chikungunya a 1.239 y zika a 4. El siguiente año, en el 2019, los positivos por dengue alcanzaron a 12.132 personas, el chikungunya a 52 y zika a 2. Las cifras de dengue se quintuplicaron en el 2020 y las de chikungunya se multiplicaron.
Para combatir al Aedes aegypti está en marcha el Proyecto Wolbachia Paraguay, a cargo del Servicio Nacional de Erradicación del Paludismo (Senepa), que depende del Ministerio de Salud.
La presentación oficial del plan —que se analiza desde el 2022— se realizó en junio de este año con la denominación Nuevas estrategias en la lucha contra las arbovirosis, pero recién se planifica su implementación para finales del 2024 e inicios del 2025, anunció el doctor José Montiel, titular del Senepa.
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¿Qué es Wolbachia y cómo puede ayudar a prevenir las arbovirosis?
Wolbachia —según el portal de World Mosquito Program— es “una bacteria que vive de forma natural en el 60% de los insectos —como moscas de la fruta, polillas, libélulas y mariposas— del planeta” y se transmite de generación en generación por medio del apareamiento. Esta bacteria infecta al vector y hace que no transmita las arbovirosis.
Teniendo en cuenta que un mosquito que pica a una persona infectada con arbovirosis contrae la enfermedad. Posteriormente, si este mosquito pica a otra persona, transmite la infección y así sucesivamente.
Por ello, con esta estrategia un mosquito infectado con Wolbachia “impide su capacidad para transmitir estos virus a las personas”. Entonces, “se busca introducir a las poblaciones de mosquitos Aedes aegypti existentes en las comunidades, mosquitos portadores de la bacteria Wolbachia a fin de que estos se apareen entre sí y la bacteria se transmita de generación en generación, hasta que toda la población de mosquitos porte la bacteria”, según World Mosquito Program.
Debido a que Paraguay no consigue erradicar la enfermedad con los planes de bloqueo físicos y químicos —tradicionales por así decirlo—, el Senepa apunta a la innovación. “Estamos trabajando en la innovación con el proyecto Wolbachia. Si bien estamos aún en una etapa incipiente del proyecto, se ha avanzado mucho”, dijo el titular de Senepa.
El proyecto Wolbachia se implementó en más de 14 países a nivel mundial, incluyendo América Latina (Colombia y Brasil). Tras una década de su implementación en las ciudades de Townsville y Cairns en Australia, tuvieron una reducción de los casos de dengue en un 94% y 97%, señaló el doctor Montiel.
El beneficio del proyecto para la comunidad, tras el primer año de implementación, es que se reduzca un porcentaje de al menos un 40% de los casos de arbovirosis en las comunidades de ejecución del proyecto. Con el tiempo disminuirían los casos de dengue y otras arbovirosis, estimó el titular de Senepa.
La aplicación de la biotecnología consiste en varias etapas. La primera es inyectar la bacteria Wolbachia a los huevos Aedes aegypti. “Eso se hace a través de la biología molecular —explicó el doctor José Montiel— para que de esa manera se puedan procrear mosquitos. Y también, esta bacteria tiene —como es de origen natural— la bondad de que no se transmitan las enfermedades por este vector, que es el Aedes aegypti. No transmite más dengue, zika y otras enfermedades”.
Los mosquitos criados e infectados con Wolbachia, posteriormente se liberan de manera manual en ciertas zonas elegidas —previa coordinación y comunicación con la población local— que están afectadas por la transmisión de la arbovirosis. Entonces, cuando los mosquitos machos con Wolbachia se aparean con mosquitos hembras, las infectan. La bacteria se transmite de generación en generación.
Posteriormente, se hace un control de la propagación y apareamiento. Wolbachia no permite que los virus del dengue, zika y chikungunya se reproduzcan dentro del vector, por lo que estos mosquitos no representan un peligro para la población. “Esto disminuye los casos de forma notoria”.
“Es importante que la gente sepa también sobre el proyecto Wolbachia, porque de repente puede tener el concepto de que solamente nos dedicamos a fumigar, como es el lenguaje que la gente conoce. No, que Senepa se está aggiornando, que está trabajando en innovación, para poder erradicar esta enfermedad que por tanto tiempo ha causado estragos en nuestro país, que viene con un costo sideral. Ahora también eso es un costo, tiene un costo para el Estado y para la familia”.
Desde el Senepa se trabaja en la posibilidad de procrear los mosquitos en un laboratorio propio. “Tiene que tener dimensiones adecuadas para poder trabajar y que eso sea sostenible y que sea medible a largo plazo. Tenemos intenciones en la brevedad posible empezar este proyecto en algunos barrios de Asunción”, dijo.
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Previamente, a la liberación de los mosquitos se trabajará en la comunicación con los pobladores, dijo. “Es un proyecto que está en ejecución y ya tiene fuente de financiamiento, que no es dinero del Estado, es externa”, aclaró.
Al costo del proyecto —que no dio cifras— se debe contraponer el costo de las epidemias para el sistema de salud pública, sostuvo el doctor José Montiel. “Según datos recabados para el análisis del costo-beneficio de esta estrategia, en cuanto a viabilidad y factibilidad, una epidemia por arbovirosis le cuesta un aproximado de USD 23 millones al año al Paraguay”.
Aunque está aún en una etapa incipiente y el análisis de la iniciativa arrancó en el 2022, según la “ejecución integral de la estrategia, con sus diversos componentes, se estima iniciar entre finales del 2024 y comienzos del 2025”, anunció el titular del Senepa.
“Paraguay está articulando los mecanismos para poder instalar este sistema. Nosotros tenemos que tener la posibilidad de poder instalar, dejar una capacidad instalada en el país, de poder procrear los mosquitos y subirlos en zonas estratégicas”, explicó el doctor Montiel.
Senepa participa de la iniciativa de manera conjunta con dos universidades que son la de Melbourne, Australia, y otra de Glasgow, Escocia, y otras instituciones de Paraguay.
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El rostro del chikungunya
A Gisselle Fleitas (29), la infección por chikungunya la dejó con secuelas por cuatro meses. El dolor la encorvó. La enfermedad hace honor a su nombre, que —según la Organización Panamericana de la Salud (OPS)— viene de la lengua africana makonde, que quiere decir “doblarse por el dolor”.
Gisselle Fleitas relató que se enfermó en el pico de la epidemia de chikungunya, en febrero de este año. La fecha exacta —según rememoró— fue el 27 de febrero de 2023. Ella contó que empezó con síntomas de roncha a nivel abdominal, pero sin picazón. Pero, al día siguiente, ya no pudo levantarse de la cama. La enfermedad no le dio tregua durante los primeros días.
“La enfermedad me duró dos semanas con síntomas agudos que me imposibilitaba. Con dolor articular de la rodilla, de la planta del pie y de la mano. Esos fueron los síntomas que me llevaron al diagnóstico. Fui a consultar y me dieron la medicación para paliar el dolor articular más que nada”.
La primera semana los dolores articulares le imposibilitaron cocinar, escribir y hasta firmar documentos, tampoco pudo trabajar. “No podía cocinar, no podía escribir, incluso ese día o sea en esa semana tenía que firmar un documento y no podía ni agarrar el bolígrafo para firmar. Tuve que postergar eso. El dolor articular fue lo que más me afectó. Mi día a día con la enfermedad fue bastante complicado. Tenía demasiado dolor articular y no podía cerrar el puño, no podía agarrar objetos con facilidad. Necesitaba ayuda constante para lo que sea movilidad. Fue bastante difícil”.
A Gisselle, la enfermedad le dejó secuelas: principio de artrosis en los pies. “En mi caso particular, yo tuve solamente dos días de fiebre. El dolor articular fue hasta mayo de este año, fueron bastantes meses, incluso tuve un principio de artrosis a consecuencia de la enfermedad en los pies, que el doctor me dijo que eso iba a mejorar en el transcurso de los meses”. Hoy progresó su estado de salud, pero recuerda con mucho dolor su episodio con el chikungunya.
La recuperación fue lenta, contó. “En mi caso particular, la primera semana fue con bastante dolor articular, específicamente en manos, pies y rodillas. Fue un dolor muy agudo y cuando yo sentía que ya estaba mejor, que fueron ocho días después, empezaron los síntomas que eran las llagas en la boca que me imposibilitaron comer. Fue horrible”.
Las secuelas persistieron hasta mayo de este año. “Estuve con corticoides para aguantar el dolor, consultas para ver cómo avanzaba la artrosis causada y fue hasta mayo el calvario por la chikungunya”. Gisselle es una de las más de 116.000 afectadas por la epidemia y las secuelas de la fase subaguda.
Al contrario del dengue que no deja secuelas, la chikungunya —sí deja rastros— se caracteriza por tres etapas conocidas como fase aguda que dura tres semanas, subaguda que se extiende hasta por tres meses —ya no se registra fiebre, pero sí manifestaciones articulares— y crónica en la que el 40% al 80% puede manifestar síntomas más allá de los 3 meses, o incluso años, según datos del Ministerio de Salud.
Otros frentes de lucha
Wolbachia se unirá a los frentes tradicionales de lucha: el bloqueo físico, que es la eliminación de criaderos, y el químico, que es la fumigación. “El bloqueo físico se refiere al que es más efectivo, al tema de la eliminación de los criaderos. Nosotros tenemos un equipo de rastrillaje que va realizando su tarea de acuerdo con un cronograma ya preestablecido”. Senepa activa semanalmente estos frentes de lucha, dijo el doctor Montiel.
“El bloqueo químico que es la aplicación de los insecticidas es solamente para eliminar el mosquito adulto. Entonces, de repente, controlamos unos días, pero después ya estamos teniendo otra vez una cantidad interesante”, dijo el titular del Senepa. Por ello, apunta a la estrategia biotecnológica.
Un solo vector, tres enfermedades ¿Cómo combatir al mosquito?
Al Aedes aegypti le gusta el interior de la casa y pica, principalmente, temprano por la mañana y al atardecer, según información en la página web del Ministerio de Salud. Luego de picar a una persona, pone sus huevos en las paredes internas de cualquier recipiente cercano con agua limpia estancada.
La hembra puede poner 400 huevos en su ciclo de vida. Se desarrolla de huevo a larva, luego de pupa a mosquito adulto en un periodo de 7 a 10 días.
“Los huevos del mosquito Aedes pueden vivir por más de un año en un recipiente. Esos huevos pueden resistir condiciones de sequía por más de un año. Un mosquito adulto llega a vivir de 4 a 6 semanas”, informó el MSP en su portal.
A Wolbachia, se debe sumar siempre la práctica de la destrucción de criaderos, sostienen desde el Senepa. Es decir, desechar el agua acumulada de cualquier recipiente, tras las lluvias.
También, es importante el uso de repelente y mosquitero para protegerse contra la picadura del mosquito Aedes.
Desde Senepa, aclaran que el proyecto Wolbachia no es una solución única para el control de enfermedades transmitidas por el mosquito Aedes aegypti, sino más bien un complemento de las estrategias clásicas.