El electoralismo empalagoso e interminable al que nos someten a los paraguayos no da respiro. No deja espacio para detenernos unos minutos y, por lo menos, desde los medios de comunicación plantearnos cómo podríamos abordar estos procesos eleccionarios –internas, municipales y nacionales– desde una agenda ciudadana, y no siguiendo la rutina de los políticos.
Este cuestionamiento surge irremediablemente cuando nos empujan de nuevo, cada vez más prematuramente, a seguir una nueva campaña con vista a unas elecciones. Apenas empezamos a analizar y digerir la contienda electoral anterior, ya estamos de nuevo inmersos en otra, con el esquema de siempre. Caemos en las mismas prácticas de informar desde lo que hacen y dicen los precandidatos, en su mayoría los mismos de hace años, y siguiendo sus agendas y aburridos discursos. Agreguemos los intentos de debates, muy a destiempo, a los que son convocados y que los ponen en evidencia de que no saben siquiera rebatir con ideas y propuestas a sus contendientes, y viceversa.
En un curso desarrollado por la periodista colombiana María Teresa Ronderos hace varios años en Asunción, ella resaltaba que si las elecciones son el escenario central de la democracia, entonces la cobertura electoral no se puede limitar a los discursos y actos de campaña de los candidatos.
Recomendaba que un papel fundamental de los medios en esta etapa es analizar a cada uno de los candidatos preguntando si representarán a los ciudadanos, y si serán buenos gobernantes, buenos legisladores, buenos gobernadores, etc. Se me ocurre que será clave, entonces, construir perfiles de los candidatos. No en base a lo que envían sus asesores de márketing político. Sino perfiles periodísticos que implican tomarse el tiempo para investigar todo sobre una persona, lo bueno y lo malo, a través de sus amigos y detractores y confrontando toda la información recabada, en un cara a cara con el personaje. Y es que conocerlos bien ayuda a elegir mejor, precisaba la profesora Ronderos.
En el proceso electoral paraguayo en desarrollo hay una abrumadora mayoría de personas que buscan continuar en cargos dentro del Estado. Algunas ya se han ganado justificadamente el mote de escombros políticos, por lo que sería de gran ayuda demostrar qué han hecho hasta ahora desde los puestos que han ocupado y ocupan y, particularmente, cómo se desempeñaron como servidores públicos para mejorar la calidad democrática del país. En estos casos, las preguntas que desde los medios deberíamos tratar de responder para los ciudadanos, con datos verificados y verificables, son: ¿merece que se les dé otra chance? y, ¿por qué? Pero también hay que trabajar sobre quiénes son los nuevos aspirantes.
Otro paso clave sería mostrar descarnadamente el país que tenemos. Creo que tendríamos que colocar de nuevo en la agenda pública por qué estamos como estamos. Por qué se tornan tan lentos y difíciles los procesos de transformación y por qué se postergan automáticamente con cada gobierno nuevo, en los años que llevamos de democracia, debates y decisiones sobre temas como la propiedad de la tierra, la reforma tributaria, una ley contra toda forma de discriminación, la situación de hambre de los pueblos indígenas, la gran corrupción y la pequeña corrupción cotidiana. El desempleo y la calidad del empleo. El cuestionado sistema educativo, el manejo del IPS, la migración campo-ciudad. Los cientos de asentamientos precarios y la escasa respuesta a sus demandas de servicios básicos; y el pésimo y vergonzoso servicio del transporte público. Y, sobre estos asuntos y otros muchos más, preguntarles a los candidatos qué piensan hacer.
Cambiando el enfoque mediático, poniendo en debate los temas de la agenda ciudadana, se verán obligados a pensar propuestas de solución e invertir más en asesores técnicos de distintas áreas que trabajen en ideas realizables, antes que gastar en márketing y en ejércitos de trolls