03 feb. 2025

Ya subió el combustible y ojo con el pasaje

Daisy Cardozo Román — @KGrettchen

El deterioro de los buses con aire acondicionado cada vez está más a la vista y qué mejor auditor que el pasajero, que en el día a día los utiliza, para supervisar las condiciones en las que viaja, ya sea de ida al trabajo y luego de retorno a su casa. Se están por cumplir diez años de la primera vez que fueron implementados en el sistema del transporte público de nuestro país.

Cuando la primera flota de buses preferenciales se trajo a Paraguay, claramente en lo que menos se pensó, fue en el confort de los usuarios. Hoy en día es un verdadero calvario viajar en colectivo y lo confirmo desde mi experiencia en micro.

El otro día me quejé al Viceministerio de Transporte, en el WhatsApp para reclamos, de un bus diferencial, que no usó su aire. Era una tardecita de viernes, con calor extremo, característico de la primera quincena de enero. El chofer iba a la velocidad de Dominic Toretto, aprovechando el tránsito liberado.

Seguramente, pasaron cinco minutos entre el momento que me subí y se apagó el aire. No había casi pasajeros y la temperatura estaba insoportable. El chofer abrió las puertas de par en par para ventilar y así viajamos por al menos una hora.

Sin entrar en más detalles, el punto es que, se ignoró mi reclamo por WhatsApp. Me enviaron un formulario para entrar con mi correo electrónico. No seguí ese paso y nadie insistió. Envié fotos y videos. No se dio seguimiento, no me pidieron más datos. Nada. Si las autoridades no llevan un control de estos trámites, ¡para qué van a poner fiscalizadores de buses! Dicen que así van a controlar el uso de los aires en los buses. Igual, circulan con 24, 26 o 29°C. La multa establecida dice que el límite es de 20°C.

Sin embargo, así andamos a casi diez años de los buses preferenciales, que de a poco se van volviendo chatarras. Del techo al piso todo está dañado por dentro. Hay hundimientos y fisuras por donde se pisa; averías en las ventanas, los asientos y por donde sale el aire, el cual no se puede regular para que apunten de un lado u otro.

Los pasajeros deben lidiar además con el humor del chofer, que puede influir en la velocidad del traslado, extremadamente rápido o muy despacio. La consigna es sostenerse fuerte si hay una carrera. Un amigo extranjero me dijo que en Paraguay somos expertos equilibristas para andar en colectivos. Imagínense por qué.

En la época que recién llegaron los buses con aire, una de las ideas era establecer una modalidad que les permita a los usuarios viajar a todos sentados. Actualmente, creo que ya no se lleva la cuenta siquiera de aquellas personas que alcanzan a viajar en las estriberas a puerta cerrada, mientras desde el volante siguen pidiendo más espacio.

Es un clásico oír: “Vamos a pasar más al medio, hay lugar”, cuando la verdad es que ya no hay un ápice de espacio para subir a más pasajeros. Justamente, al estar abarrotados, se propician delitos, tales como los robos o acosos. ¿Y qué se hace al respecto?

El subsidio a los empresarios del transporte público le costó al Estado G. 366.507 millones (USD 46 millones) en 2024. El año pasado aumentó a casi el doble, un 40%, en comparación con el 2023. Es decir, se pagaron G. 98.800 millones (USD 13 millones) más.

¿En qué se refleja todo ese dinero? Porque las reguladas se resienten más que nunca y los viajes son eternos con las obras de tramos principales.

Frente a la suba del combustible, desde Cetrapam ya salieron a decir otra vez que entonces debe subir el subsidio para ellos.

No se trata de un simple descargo, sino de un sentir en representación del ciudadano y la ciudadana de a pie, que todos los días sufre en estas condiciones para poder comer y tener de qué vivir, porque no tiene la posibilidad de mandar a construir una mansión en San Ber para veranear y trasladarse cómodo hasta el sitio en helicóptero. Estemos en alerta, porque hoy más que nunca no hay razón para subir el pasaje.

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