A Rocío le tocó leer el manifiesto ayer durante el 14 aniversario del incendio que enlutó a todo el país y afectó a más de 600 familias. Un rato antes contó a ÚH la historia que marcó su vida cuando ella tenía apenas cuatro años.
En aquel incendio perdió a sus padres y a su hermanito que le pasaba un año de edad. Ella –recordó- quería ir al supermercado, pero como “refrescaba un poco” se quedó en compañía de sus abuelos y su hermana menor. Su mamá había ido al hospital con su hermano. Su papá se unió a ellos cuando regresaban: habían entrado al Ycuá y nunca más los volvió a ver. “Las heridas aún siguen fuertes, voy a seguir llorando cada 1 de agosto la pérdida de mi mamá, mi papá y de mi hermanito”, relató.
Creció con sus abuelos y tíos: ellos les animan a no caer en la amargura “porque a tus padres no les hubiera gustado verte triste”, les dicen.
“Por eso cada esfuerzo y cada logro que obtengo va dedicado a ellos, a mis tres ángeles y a mi abuela”, comenta.
Desde junio pasado, cursa Administración Agropecuaria en la Universidad Nacional de Asunción (UNA). Solo una compañera –revela– sabe su historia. Prefiere evitar hablar que es huérfana cuando alguien que no la conoce le habla de sus padres: sabe que se quedan mudos cuando se enteran de lo que le pasó a ella como al resto de los afectados por la tragedia. “No tiendo a hablar mucho de esto porque me lastima y siento que las demás personas no saben qué decir al respecto”, apuntó.
Y completa la frase: “Uno aprende a vivir con el dolor, no se puede superar la muerte de personas que se supone deben estar al lado tuyo”.
Le gustaría formar grupos con otros huérfanos del Ycuá que totalizan 206 niños y niñas, hoy ya jóvenes todos.
“Intento hacer un grupo para reunirnos y hablar de nuestras experiencias. Más que nada para que se nos tenga presente y no suceda de nuevo otra tragedia como esta”, expuso.
Al girar su mirada a los escombros que quedó del supermercado, le lastimaba mucho ver esas ruinas y ahora con la obra del Sitio de Memoria 1-A piensa que es el mejor homenaje a las 400 personas que allí murieron.
“Estamos ante la edificación de un espacio que anhelamos se constituya en un legado físico donde emerjan otros legados que ayuden a mejorar nuestra convivencia social”, reza uno de los párrafos del manifiesto que leyó Rocío ante más de un centenar de familiares y sobrevivientes que fueron ayer a conmemorar los 14 años de aquel funesto día.
Aparte del dolor tremendo que es la pérdida de mis padres, siempre fueron el motor para que avance.Rocío Ayala, familiar.
Perdí una hija de 28 años, su hijo tenía dos años siete meses. Ahora tiene 16 años y estamos luchando. Cristóbal Núñez, comisión de huérfanos.