Yo soy Marciana Santander. Nací en Potrero Garay, Ybytymí, en el Departamento de Paraguarí. Soy madre de seis hijos; el mayor se llama Simón, después vienen Elizabeth, Pedro, Pablo, Claudia y Ángel.
Tengo 12 hermanos, pero solo 8 siguen vivos. Mis padres ya fallecieron. Desde chiquita, trabajé mucho en la chacra y también cuidando a mis hermanos.
Ahora tengo 55 años y desde los 15 años trabajé como empleada doméstica. Fue en Ciudad del Este, prácticamente era una criadita más o menos, y pasé muchas cosas malas, muchos maltratos. En ese tiempo, trabajé en la casa de mis parientes.
Luego vine para trabajar como empleada doméstica hacia Asunción, con una vecina. Y después ya me quedé.
Desde los 19 años, vivo en el barrio Ricardo Brugada de Asunción. A veces, me agarra el agua cuando crece el río. Hace 36 años que vivo aquí y apoyo en la zona de la comisión vecinal para exigir recolector de basura y limpieza para evitar el dengue.
Hace un poco más de un año que no estoy trabajando más como empleada doméstica por falta de tiempo. También yo trabajo hace como 10 años en la cocina del IPS (Instituto de Previsión Social). Antes, después de salir de mi trabajo, me iba a la casa de mi patrón para el trabajo doméstico.
Ahora, por ejemplo, no tengo más tiempo porque estoy estudiando. Estoy en la UNA (Universidad Nacional de Asunción). Estoy en el cuarto año de la Licenciatura de Trabajo Social, en el sexto semestre (en la Facultad de Ciencias Sociales). Ahora recién puedo estudiar porque antes tenía que trabajar.
Por ejemplo, ahora yo pienso que como trabajadora social puedo ayudar más a las trabajadoras domésticas. Antes no podía estudiar, porque me iba a trabajar hasta las cinco de la tarde. También era recicladora. Traía los plásticos que encontraba por la calle para vender también.
Creo que yo fui y soy empleada doméstica, aunque tenga otro trabajo no quita que soy trabajadora doméstica; ese es mi primer trabajo y hasta hace poco. Pero, como trabajadora social, creo que voy a poder ayudar más.
Desde chiquita trabajaba muchísimo; por ejemplo, en la chacra en Paraguarí. Siempre las nenas llevamos todo ese sacrificio, porque se queda todo encima de nosotras, como cuidarles a los hermanitos, lavar las ropas, cocinar. Entonces, todo eso me impulsa hoy en día a lo que soy.
CONVICCIÓN
Yo soy orgullosa de ser trabajadora doméstica y no tengo vergüenza. También estoy en el Sindicato de Trabajadoras del Servicio Doméstico del Paraguay.
Yo estudio Trabajo Social y digo que desde ahí voy a poder ayudar más a las compañeras. Entonces, por eso yo empecé a estudiar la licenciatura y estoy luchando.
A veces ya medio me cansa, ya no me quiero ir más por mi edad y mi trabajo (en la cocina del IPS) y la organización (el sindicato) también, y a veces me aturde, me cansa.
Entonces digo que no me voy a ir este año, que voy a retomar el próximo año, pero después me digo que ya mucho estoy luchando, que falta poco, y me voy otra vez a la facultad para continuar la carrera. Ya falta poco y después la tesis.
Antes del sindicato, la verdad que nosotras éramos asociación (Asociación de Empleadas del Servicio Doméstico del Paraguay). Luchamos muchísimo por el convenio 189 sobre el trabajo doméstico de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Después se ratificó, hicimos el proyecto de ley y trabajamos también por ese. Logramos la Ley 5407, en el 2015. Y solo falta que se cumpla , porque no hay voluntad política del Estado para controlar su cumplimiento.
En el 2022 fui nominada a los Premios Dignidad de Codehupy (por la lucha de los derechos de las trabajadoras domésticas). De repente, yo no veo lo que hago, pero después la gente me felicita.
Otras personas están viendo había sido lo que nosotros hacemos desde la organización. Entonces me siento orgullosa, incluso porque ya tengo tres hijos universitarios.
BRÚJULA
Me motivó siempre la lucha por los derechos de las trabajadoras domésticas, porque a nosotras nunca se nos trató como trabajadoras, siempre fuimos “las que ayudamos”, siempre fuimos “la chacha”, “la chica”; de cualquier forma te llamaban menos una trabajadora. Ahora cambió muchísimo esa parte. Yo realmente pasé muchas cosas hasta que entré en la organización y ahí empecé a exigir más.
Yo tenía un empleador y él me decía: “Marciana, usted tiene que exigir esto y esto. Y siempre me aconsejaba. Nosotros logramos la ampliación de la cobertura de IPS para las trabajadoras domésticas, porque antes en Asunción nomás se podía asegurar para la salud”.
Tenemos un programa de radio del Sindicato de Trabajadoras Domésticas a través del internet, por Facebook. No todos los sábados, pero transmitimos. Ahora tenemos que empezar otra vez, estábamos nomás con muchos problemas , uno que se enferma, otro que después se enferma, y así.
Los seis hijos los criamos con su papá, que es constructor albañil. Y él trabaja también así, sin descansar. Trabajamos juntos para que nuestros hijos puedan salir adelante. Todos terminaron su bachiller. Una de mis hijas es abogada y sigue estudiando. Ella era trabajadora doméstica igual que yo.
Le puedo decir a la gente que no tenga miedo de luchar porque sin lucha no se consigue nada. Nosotras, las trabajadoras domésticas, decimos que mientras les cuidamos a los hijos ajenos, ¿quién les cuida a nuestros hijos?