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La activista por los Derechos Humanos recibe este año el premio Peter Benenson, otorgado por Amnistía Internacional Sección Paraguaya, por su labor a favor de la dignidad de las personas trans. Es coordinadora general de la Asociación Panambí, organización surgida en 2007 para promover los derechos de las personas trans.A los 13 años, Yrén asumió su identidad, y por eso tuvo que abandonar la escuela, cuando estaba cursando el 5º grado. Actualmente está culminando la secundaria en un centro de Programa de Alfabetización de Adultos (Prodepa).
–¿Qué reivindica Panambí?
–Reivindicamos todos los derechos: a la salud, la educación, a una justicia, el derecho a la igualdad de oportunidades que no tenemos, y un Estado que nos reconozca como personas, como seres humanos con derechos.
–¿Qué significa este premio para ustedes?
–El premio es para todas las chicas trans. Para todas las que migraron, para las que vinieron de la dictadura, para las que murieron, para las que estamos paradas y para las que faltan ponerse de pie para luchar por sus derechos.
–¿Cuál es la situación de las personas trans?
–Cada una de las trans tiene una historia diferente, pero tenemos algo que es muy parecido: muchas de nosotras, el 90%, somos excluidas de nuestra familia.
Cuando asumimos una identidad empieza una exclusión familiar, que conlleva que nosotras nos vayamos a la calle y ahí nos quedamos sin acceso a la educación, porque no nos permiten irnos con una identidad femenina a la escuela.
Nosotras tenemos capacidad, pero hay un Estado que no ha comprendido que somos sujetas de derechos y que necesitamos capacitarnos. Si somos excluidas del ámbito educativo no podemos acceder a la educación universitaria, ni tener una profesión.
Pasamos por mucha discriminación. Hasta hoy la gente va a mirarnos como si se fueran a ver dinosaurios, es como una cultura, y genera violencia.
–También están expuestas a la violencia.
–Como Panambí recopilamos los casos. Entre 1989 y 2015 se registraron 55 casos de asesinatos de personas trans, pero nunca hubo seguimiento. Esa es la justicia para nosotras.
Yo lo he vivido en carne propia. A mí me dispararon, tengo cicatrices en el cuerpo, que antes me afectaban pero ahora me hacen sentir orgullosa porque pude resistir. Tengo tres impactos de bala en el cuerpo y una cicatriz en el rostro, de una piedra que me tiró una persona.
–¿Cuál es tu mensaje para la sociedad paraguaya en el Día de los Derechos Humanos?
–Tenemos que seguir construyendo un Paraguay más humano, con menos corrupción y más humanidad. El Estado no puede ser el violador de los derechos humanos. El Estado tiene que velar por los derechos y nosotros tenemos que construir un país más humano, con dignidad y con derechos.