El Evangelio nos habla del encuentro misericordioso de Jesús con Zaqueo…San Lucas nos dice que Zaqueo intentaba ver a Jesús para conocerle, pero no podía a causa de la muchedumbre, porque era pequeño de estatura.
Es esta una formidable lección para nosotros que, por encima de todo, queremos ver a Jesús y permanecer con él. Pero debemos examinar hoy la sinceridad y el vigor de estos deseos: ¿Quiero yo ver a Jesús? –preguntaba el San Juan Pablo II al comentar este pasaje del Evangelio–, ¿hago todo lo posible para poder verlo? Este problema, después de dos mil años, es tan actual como entonces, cuando Jesús atravesaba las ciudades y poblados de su tierra. Y es actual para cada uno personalmente: ¿verdaderamente quiero contemplarlo, o quizá evito el encuentro con él? ¿Prefiero no verlo o que él no me vea? Y si ya le vislumbro de algún modo, ¿prefiero entonces verlo de lejos, no acercándome mucho, no poniéndome ante sus ojos para no llamar la atención demasiado, para no tener que aceptar toda la verdad que hay en él, que proviene de él, de Cristo?. …
En un comentario del evangelio el papa Francisco invitó a los fieles congregados a mirar el bien que todas las personas tienen dentro y sacarlo al exterior, y no quedarse solo en los pecados, como hizo Jesús con el publicano Zaqueo.
“A veces tratamos de corregir o de convertir a un pecador regañándolo, o sancionando sus errores y su comportamiento injusto. La actitud de Jesús con Zaqueo marca un camino diferente: muestra al pecador su valor, el valor que Dios nos da a pesar de todos nuestros errores y de nuestros pecados”, explicó.
El Pontífice aseguró que este comportamiento “puede provocar una sorpresa positiva”, ya que “ablanda el corazón e impulsa a la persona a sacar el bien que tiene en su interior”.
De esa manera se otorga a las personas “la confianza necesaria para crecer y cambiar. Así se comporta Dios con todos nosotros, no permanece bloqueado por nuestro pecado, sino que lo supera con amor y nos hace sentir nostalgia del bien”.
“Todos hemos sentido esa nostalgia del bien tras haber cometido un error –afirmó el Santo Padre–. Eso es lo que hace nuestro Padre Dios, lo que hace Jesús. No hay ninguna persona que no tenga algo bueno en su interior. Y eso es lo que mira Dios para tratar de sacarlo del mal”.
En su enseñanza, Francisco recordó cómo Zaqueo, marginado por su comunidad por ser colaborador de los invasores romanos y por haberse enriquecido con los impuestos del pueblo, se subió a un árbol para ver pasar a Jesús.
“Cuando llega junto a aquel árbol, Jesús alza su mirada y le dice: ‘Zaqueo, desciende rápido, porque hoy debo alojarme en tu casa’. ¡Podemos imaginarnos el estupor de Zaqueo!”. El Papa se preguntó: “Pero, ¿por qué Jesús dice ‘debo alojarme en tu casa’? ¿De qué clase de deber se trata?”.
“Jesús, guiado por la misericordia, lo trató como a sí mismo –destacó–. Cuando entra en casa de Zaqueo, dice: ‘Hoy a esta casa ha llegado la salvación, porque este también es hijo de Abraham.
“La mirada de Jesús va más allá de pecados y prejuicios, ve a la persona con los ojos de Dios, que no se detiene en los errores del pasado, sino que pone la mirada en el futuro. Jesús no se resigna ante las puertas cerradas, sino que las abre siempre, siempre abre nuevos espacios para la vida.
No presta atención a las apariencias, sino que mira dentro del corazón.
En este caso, el corazón de este hombre permanecía herido, herido por el pecado de la codicia, por las muchas cosas malas que había hecho Zaqueo. Contempla aquel corazón herido y acude a él”.
(Frases extractadas de http://www.homiletica.org/francisfernandez/franciscofernandez0822.htm y https://www.aciprensa.com/noticias/papa-francisco-anima-a-mirar-mas-alla-de-los-errores-de-los-demas-20816)