Ahora que el proyecto de enmienda constitucional para la reelección presidencial fue sepultado en Diputados, después de haber sido una inminente realidad, también se desvanecieron los hilos de esperanza que aún abrigaban algunos sectores del cartismo y del Frente Guasu.
Hasta última hora hubo intenciones oficialistas de buscar una posibilidad dentro de esta figura, pero en el tramo final algunos aliados incondicionales del presidente Horacio Cartes en la Cámara Baja le dieron la espalda. Los números no conjugaron y aumentó la lista de viudas del poder.
El nuevo escenario que se configura desde la semana pasada, cuando Cartes anunció que descabalgaba de la idea reeleccionaria, muy a pesar suyo, agobiado por la injerencia estadounidense y católica, el disgusto de un sector del país, su caída en las encuestas y sus antecedentes penales en el exterior, plantea desafíos, incluso dentro del Partido Colorado, el menos afectado en el zafarrancho montado en torno a la idea de enmienda.

El reposicionamiento de piezas en el ajedrez político enfrentará el reciente antecedente de conflicto. Los berrinches del colorado Mario Abdo Benítez se desactivarán entre lisonjas y jugosas promesas, porque así funciona la lógica republicana. Efraín Alegre –con su autoadjudicada victoria pírrica, que siempre es derrota–, ante la caída de la enmienda sostenida por el llanismo, tiene ante sí su impopularidad dentro del mismo PLRA y sus antecedentes de violador de la Constitución en 2012 contra el gobierno constitucional de Fernando Lugo. Sus aliados de ocasión, el PDP y otras agrupaciones, tienen nombre, pero no base para sostener candidaturas. Y el Frente Guasu, el más madrugado en estas lides, ingresa a un denso cono de sombra de donde no es claro si saldrá con alguna chance electoral. Su candidato estrella, Lugo, no pasó de la ambigüedad del no y sí en el debate pro y antienmienda, y ahora depende de la Corte su candidatura a presidente; cosa improbable, porque la máxima instancia judicial es funcional al cartismo y rechazará las pretensiones del ex obispo. En la práctica, solo le resta pugnar por seguir en el Parlamento, en alguna gobernación o concejalía. Su equipo de senadores, que en el último tramo mayoritariamente parecía solo buscar retener los zoquetes sin importarle mucho el programa, está en el llano, mirando el horizonte y pretendiendo que todo haya sido solo un mal sueño.
Por lo general, estamos siempre en las mismas. Víctimas todos de los malos gobiernos y de una “clase” política mendaz y oportunista, que hiede a corrupción y a desprecio hacia la población.