La joya, que ha sido datada entre los años 630-670 d.C., cuenta con al menos 30 colgantes fabricados de monedas romanas, de oro, granate, cristal y piedras semipreciosas y perteneció, al parecer, a una mujer de un alto estatus social, según consideran los expertos.
El collar se encontró mientras se llevaban a cabo el pasado verano excavaciones en un complejo de viviendas en Harpole, al oeste de Northampton.
“Cuando empezamos a ver los primeros destellos de oro que emergían de la tierra, supimos que se trataba de algo significativo, aunque no nos dimos cuenta de lo especial que iba a ser”, afirmó a la BBC Levente-Bence Balazs, líder del equipo de cinco arqueólogos del citado museo, que analizan los hallazgos.
Balazs cree que los expertos son “afortunados de poder emplear métodos modernos de análisis sobre los hallazgos y el enterramiento de alrededor a fin de obtener un conocimiento más en profundidad en la vida de esta persona y en sus ritos finales”.
El collar tiene un colgante rectangular con un motivo de cruz en el centro como elemento de mayor tamaño y más intrincado de la joya.
En el lugar del entierro también se hallaron dos cazuelas decoradas y un plato de cobre.
Los expertos indicaron que el esqueleto ya se había descompuesto totalmente aparte de diminutos fragmentos de esmalte dental, aunque en base a la combinación de varios hallazgos en el sitio del enterramiento consideraron que se trataba de una mujer con un alto estatus social, como una líder cristiana o incluso alguien perteneciente a la realeza.