Entre los grupos más vulnerables, la investigación identifica a las personas con enfermedades no transmisibles (NCD, por sus siglas en inglés), la tercera edad y las comunidades urbanitas de Europa y el Mediterráneo oriental, donde sube la media de edad respecto a las ciudades de África y el sudeste asiático.
En 2017, hasta 157 millones de “individuos vulnerables” (mayores de 65 años) estuvieron expuestos en todo el mundo a olas de calor, 18 millones más que en el año anterior, de acuerdo con el documento.
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El informe anual de The Lancet (“Cuenta Atrás en Sanidad y Cambio Climático”) ha sido elaborado por 27 instituciones académicas líderes en este campo, en colaboración con Naciones Unidas, agencias intergubernamentales de cada continente y un amplio número de expertos en diferentes disciplinas.
Este equipo efectuó un análisis de 41 indicadores repartidos en cinco áreas: impacto del cambio climático, exposición y vulnerabilidad; adaptación, planificación y resistencia de la salud; acciones de mitigación y cobeneficios de salud; finanzas y economía, y compromiso público y político.
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El documento destaca que la comunidad internacional ha comenzado a tomar medidas “prometedoras” para atajar el cambio climático, pero, en general, están aún lejos de cumplir con todos los compromisos adquiridos en el Acuerdo de París (2015).
“Las tendencias respecto al impacto del cambio climático, exposición y vulnerabilidad, demuestran que existe un riesgo inaceptable para la salud ahora y en el futuro. La falta de avances para reducir las emisiones pone en peligro vidas y sistemas sanitarios”, explica en un comunicado una de las autoras, Hilary Graham, de la Universidad de York (R. Unido).
La vulnerabilidad a las altas temperaturas en Europa y el Mediterráneo oriental es mayor que en África o el sudeste asiático debido, probablemente, al envejecimiento de la población que vive en ciudades.
“Los mayores de 65 años y vulnerables a la exposición a olas de calor representan el 42% y el 43% de la población en esas zonas de Europa y el Mediterráneo oriental, respectivamente, frente al 38% y 34% de África y el sudeste asiático, respectivamente”, señala el informe.
No obstante, en el texto se precisa que, a medida que aumenta el número de casos de NCD en países de ingresos bajos y medios, la vulnerabilidad de ese grupo también crece, sobre todo en el sudeste asiático, donde el incremento ha sido del 3,5% desde 1990.
El estudio también analiza el impacto de la exposición al calor sobre la actividad laboral, cuando los aumentos regulares de temperaturas superan los límites fisiológicos y el trabajo sostenido se hace más difícil o imposible.
En este sentido, en 2017 se perdieron 153.000 millones de horas de trabajo debido a la exposición a altas temperaturas, 62.000 millones más que hace casi una década.
Estos incrementos, agrega el análisis, se concentran en zonas ya vulnerables, como India, el sudeste asiático, África subsahariana y Sudamérica.