El crimen de un hincha de Olimpia por parte de cuatro personas que utilizaron armas cortas y largas, aparentemente, por el robo de una bandera, no debe tomarse como un hecho aislado que compete solo a la violencia en el fútbol, sino que es un simbolismo del crimen organizado, según reveló el criminólogo Juan Martens.
En una entrevista con NPY, el experto explicó que los hinchas conocidos como barrabravas son personas relacionadas al consumo de drogas, al tráfico y el control territorial para la venta de estupefacientes.
Además de pertenecer a un club de fútbol, también se adhieren a facciones criminales como el Primer Comando Capital (PCC) o el Clan Rotela.
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🗣️ "No se trata solo de barras bravas"
— NPY Oficial (@npyoficial) March 18, 2025
📌 Criminólogo afirma que la violencia relacionada a clubes de fútbol guarda relación con múltiples problemas como el consumo de drogas, a su control territorial y últimamente la pertenencia "a una facción carcelaria o no".
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Señaló que las banderas son un símbolo del control de un territorio. “Las banderas son el simbolismo de quién manda en ese territorio, quién tiene el control, quiénes gobiernan. Lo llamamos ‘gobernanza criminal’, no es el Estado el que usa la fuerza en ese espacio, sino estos grupos criminales”, expresó.
Tráfico de armas
Martens reveló que últimamente se tienen datos del aumento del tráfico de armas largas en nuestro país, elementos que son adquiridos por las facciones para defender sus territorios.
“La aparición de las armas largas muestra el aumento del poder. Las armas largas son más caras, exigen más logística para esconderlas. Estamos ante grupos criminales que intentan ostentar su poder”, agregó.
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El experto recordó que Marcio Sánchez, alias Aguacate, un ex jefe del PCC que fue asesinado en Pedro Juan Caballero, contaba con una “escuela de sicarios” en la capital del Amambay para adiestrar a jóvenes que querían iniciarse en el crimen organizado.
¿Cómo enfrentar esta problemática?
Para frenar esta oleada, el criminólogo afirma que solo hay un camino y es el de la inversión en los jóvenes a través de programas que los alejen de la criminalidad.
“En México se trabajó en un programa eficiente para contener a los jóvenes en los barrios, con deportes, educación, alimentación. Se trabajaba con la familia, con la comunidad y todo el entorno; eso propició contener la participación de más jóvenes en bandas de criminalidad organizada”, expresó.
Insistió en que el Gobierno debe lograr que padres y madres se inserten en el mercado laboral y que los jóvenes permanezcan en el sistema educativo para evitar que las facciones tomen el control en los barrios.