Los empleados de la fábrica de calería Guraty SA, ubicada en el Departamento de Concepción, cerraron el río Paraguay nuevamente este viernes, como medida de protesta por la suspensión temporal de la industria desde el pasado 1 de octubre. Los trabajadores denuncian que están pasando hambre, ya que el propietario ni siquiera les notificó del cese de las labores que realizaban.
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En contacto con Última Hora, Santiago Filártiga, uno de los empleados, indicó que la empresa funciona en el distrito de San Alfredo hace más de 57 años, empleando a menores de edad, pagando menos del salario mínimo y no abonando pago extra por la peligrosidad y la insalubridad de trabajar en el lugar.
Asimismo, explicó que hace un año se organizaron para exigir mejoras laborales, como la bonificación familiar, además de la intermediación del Ministerio de Trabajo por la situación precaria en la que se encontraban. Indicaron que hasta la fecha no fueron recibidos por la ministra Carla Bacigalupo.
En ese sentido, dijo que la medida de cerrar el río, que se inició este miércoles, será por tiempo indefinido, hasta recibir una respuesta de las autoridades, puesto que los 120 empleados que están sin trabajo hace más de un mes están pasando necesidades, como también sus familias.
De la misma manera, señaló que no recibieron notificación alguna de la suspensión temporal de la fábrica y creen que se trata de una represalia por las reivindicaciones que exigieron a la patronal.
Suspensión temporal
Por su parte, Juan Martínez, dueño de la empresa, sostuvo que la suspensión temporal de la fábrica se debió a que los trabajadores hacían lo que querían y dejaban de producir, afectando a la empresa y a los clientes.
Detalló que los empleados ganan un salario diario de aproximadamente G. 120.000 por día y que incluso pueden ganar más, de acuerdo a la posibilidad de producir en otras áreas. Refirió que cuentan con el seguro del Instituto de Previsión Social y que ganan más que el salario mínimo; sin embargo, exigen más dinero.
Martínez contó que la fábrica cuenta con unos tres hornos de fundición hechos con ladrillos refractarios, que no se pueden apagar, pero que en las últimas semanas de setiembre se produjo cal solo ocho días y dos de los hornos dejaron de funcionar. Mencionó que los obreros no dejan a otros empleados trabajar y que incluso los amenazaron de muerte.
Aseveró, al mismo tiempo, que con la suspensión tienen una pérdida importante de dinero y que aún deben mantener a unos 40 empleados que se encuentran en Asunción.
En ese sentido, explicó que ya se mantuvo una reunión con el Ministerio de Trabajo y con la Gobernación de Concepción, pero que los obreros se cierran a la posibilidad de conversar y buscan quebrar la fábrica.
Afirmó que este cierre les genera una gran pérdida económica y que están a la espera de que la cartera de Estado dé un dictamen sobre la situación, ya sea a favor o en contra, con el fin de volver a retomar las labores.
Finalmente, aclaró que no existen menores trabajando en el lugar, que los empleados cuentan con todas las medidas de protección, como guantes y tapabocas, además de existir una señalización adecuada por ser un trabajo riesgoso.
Para el empresario, existen señales claras de que los obreros fueron mal influenciados y asesorados, exigiendo aumentos excesivos de hasta G. 240.000, cuando la realidad de la industria es que hace tres años está vendiendo mucho menos debido a la situación económica del país.