Tras declaraciones de una testigo de la masacre a una familia en Capiatá, la Fiscalía determinó realizar pruebas toxicológicas al cuerpo sin vida del suboficial Isidro Casco, autor de los disparos que acabaron con la vida de cinco personas.
“Se extrajo sangre del que cometió el hecho para hacer el estudio y ver si estuvo bajo los efectos de un estupefaciente o alcohol”, precisó el médico forense Héctor Meza a NPY.
Detalló que tres de las víctimas presentan al menos tres heridas de arma de fuego cada una, mientras que los niños de 1 y 2 años sufrieron un único disparo cada uno en la cabeza y el pecho, respectivamente.
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En contacto telefónico con radio Monumental 1080 AM, la testigo presencial había manifestado que el hombre estaba fuera de sí y bajo los efectos de alguna droga.
La mujer señaló que el homicida era supuesto consumidor asiduo de cocaína. Sin embargo, la pareja, Beatriz Romero, afirmó que el hombre pasaba por un cuadro depresivo e incluso alucinaba cosas.
Además, la madre de los niños asesinados apuntó que el cambio de actitud se dio tras su partida a España, donde se encuentra trabajando hace ocho meses, pero se vio encrudecido hace un mes.
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En un último contacto que mantuvo tan solo horas antes del horrendo crimen, dijo que el padre de sus hijos estaba muy alterado e insistía en su retorno a Paraguay.
La mujer también dijo que el suboficial ya había amenazado con hacerse daño, pero nunca hizo referencia a que atentaría contra su propia familia.
Isidro Casco se quitó la vida este viernes poco después de las 3.00, pero antes mató a sus dos pequeños hijos, a sus suegros, Antonio Riveros (51) y Amalia Portillo (50), y a su cuñada, Liliana Maribel Gómez (16).
El hecho se registró en el callejón Cerrito casi San Diego del barrio San Miguel de Capiatá, Departamento Central.