La noche estuvo cargada de emociones, bromas y anécdotas, pero también de melancolía, con letras capaces de poner nostálgico hasta al más insensible. Hermosas baladas transitaron por una noche que parecía haber pausado el reloj en suelo guaraní.
Joaquín Sabina y Joan Manuel Serrat sacaron a lucir sus dotes de poetas, peleando como niños por el amor de un público que entonó cada uno de los clásicos, algunos más actuales que otros, muy a pesar del tiempo que no da marcha atrás.
Algunas de las canciones más coreadas fueron Y sin embargo, Contigo, Princesa y 19 días y 500 noches de Sabina, como también No hago otra cosa que pensar en ti, Hoy puede ser un gran día, Cantares y Aquellas pequeñas cosas de Serrat, que fueron interpretadas en solitario y también a dúo.
Entre letras que hablan de amores que matan y nunca mueren, de besos que envenenan y de caminantes que se hacen camino al andar, los artistas dieron un íntimo espectáculo para no más de 4.000 personas en el Arena SND, de la Secretaría Nacional de Deportes, en el marco de su gira No hay dos sin tres.
Por momentos se notó a Serrat con problemas en la voz, en las notas altas, producto tal vez del trajín de los años. No obstante, no se puede negar su carisma y entusiasmo sobre el escenario.
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Luego de más de dos horas de show, pasando por temas como Y nos dieron las diez, Mediterráneo, Es caprichoso el azar y la versión de Serrat de la guarania Che pykasumi, escrita por el paraguayo Cecilio Valiente y musicalizada por Eladio Martínez y José Asunción Flores, había motivos suficientes para ir cerrando la noche, que no dejó mayor demanda que un hasta siempre, Sabina y Serrat.
Previamente, estuvo el grupo Movimiento Cancionista, que integran Mauri Rodas (Mauricio y Las Cigarras), Miki Napout (Villagrán Bolaños) y Neine Heisecke (Deliverans), en formato acústico, acompañados en esta ocasión de Blas Rodrigo y Ramón González (Kita Pena-RBS) y José Samaniego (Partes Iguales).