La primera alarma sonó a las 18.20 (16.20 GMT), cuando un operario de la compañía de seguridad verificó la alerta, sin encontrar nada. La segunda sonó veinte minutos más tarde, pero el fuego se había propagado y fue demasiado tarde para frenar su avance por la cubierta y la aguja, que quedaron reducidas a cenizas pese a los esfuerzos de los bomberos.
Según esta última información de BFM TV, los investigadores han comprobado que el sistema de alarmas funcionó sin problemas, pero fue un fallo humano lo que impidió un primer reconocimiento del peligro.
Ahora, intentan establecer si el ordenador señaló la alerta en un lugar incorrecto, si hubo un fallo de comunicación o si la persona comprendió mal el mensaje, aunque la empresa defiende que el trabajador siguió únicamente las indicaciones del sistema.
“Hubiéramos ganado media hora, lo que es enorme. Podríamos haber conservado la aguja seguramente”, dijo a BFM TV el conservador general de Patrimonio, Jacques Pérot.
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A las 18.51 (16.51 GMT) los dos oficiales de seguridad alertaron a los bomberos que llegaron en unos diez minutos, pero que se encontraron con unas bocas de agua con poca potencia para atajar un incendio que ya tenía dimensiones importantes.
La instalación contra incendios estaba diseñada para apagar un fuego en su inicio, pero con los retrasos registrados en su localización ya había crecido demasiado, según reveló previamente este miércoles Le Canard Enchainé.
Este miércoles se conoció a través de este medio que los investigadores encontraron siete colillas en los restos de los andamios, lo que no permite aún establecer las razones del fuego. La hipótesis predominante sigue apuntando a un cortocircuito.
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En concreto, la investigación ha revelado, según la prensa local, irregularidades en la instalación eléctrica de la catedral, especialmente en el tendido que alimentaba un juego de campanas de la aguja y otro bajo la misma, y que recorría el envigado de madera de la catedral.
Ese dispositivo fue autorizado, de forma provisional, en 2012 a petición de los clérigos de Notre Dame durante las obras de renovación de los campanarios principales, con el objetivo de electrificar esas campanas para que pudieran sustituirlas, pero el sistema nunca fue sustituido.