El presidente Santiago Peña nombró a Guillermo Emilio Grance Ovelar como nuevo vocero de la Presidencia, en reemplazo de la comunicadora Paula Carro, quien en enero debía cumplir un año en el cargo.
El decreto presidencial se firmó el 30 de diciembre; sin embargo, el cambio se dio a conocer este año nuevo.
Si bien no se exponen los motivos del cambio en la Vocería, Última Hora se hizo eco sobre una fuerte interna en el seno del equipo de comunicación de la Presidencia, que a su vez dificultó su trabajo como vocera.
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Carro encabezaba las conferencias de prensa y llevaba adelante un programa de entrevistas con los ministros del Gabinete.
Pero en los últimos días, no era invitada a las conferencias ni era incluida en las reuniones en Mburuvicha Róga.
La ruptura de la Secretaría Nacional Antidrogas (Senad) con la DEA fue uno de los hechos que más afectaron a la vocera, ya que algunos medios instalaron que tuvo participación en la redacción del documento que firmó Jalil Rachid, el cual se trató de una versión falsa.
Carro reclamó internamente que una información malintencionada se haya instalado, lo que empeoró el internismo en el equipo de comunicación.
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Asimismo, desde el inicio de sus labores, Carro fue cuestionada por su poca llegada con los actores colorados fuera del Ejecutivo y tuvo que gestionar las críticas que provenían del ala más fuerte del cartismo.
El ex senador Juan Carlos Calé Galaverna opinó que no era la persona más indicada para manejar la comunicación presidencial.
La figura de la vocería se instaló en la gestión de Peña como un canal entre la prensa y las autoridades; para brindar las informaciones relevantes del Ejecutivo y ser una vía de comunicación “más cercana, completa y organizada entre el gobierno y el ciudadano”.